sábado, 28 de noviembre de 2009

La Conspiración de la Polvora

Hace ya bastantes días se ha celebrado en Inglaterra una fiesta conmemorativa al día en que se intentó hacer volar el Parlamento inglés. Recordé este acontecimiento gracias a que he vuelto a ver una de mis películas favoritas: "V de Vendetta". En esta película lo que se consigué es recordar el hecho que en 1604 se intentó llevar a cabo contra el Parlamento Inglés. Poco conocemos los que no vivimos en Reino Unido,Nueva Zelanda, Sudáfrica, Terranova, Canadá, San Cristóbal y Nevis, algunas partes de Estados Unidos y antiguamente en Australia, ya que son ellos los que celebran esta fiesta.

La Conspiración de la pólvora fue un complot organizado (16041605) por un grupo de provinciales católicos ingleses (Robert Catesby, Guy Fawkes) para matar al rey JacoboI, a su familia y a la mayor parte de la aristocracia protestantevolando las Casas del Parlamento durante la Apertura de Estado (5 de noviembre de 1605). Los conspiradores habían planeado secuestrar a los infantes reales, no presentes en el Parlamento, e incitar una rebelión en las Midlands.

Esta medida pretendía ser la señal para un gran levantamiento de los católicos romanos ingleses, descontentos por las severas medidas penales adoptadas contra ellos, que finalizaría con la instalación de un rey obediente al Papa en el trono inglés.

El 26 de marzo de 1604, Robert Catesby, Thomas Winter y John Wright se reunieron secretamente para intentar acabar con la represión anglicana. Unas semanas después, Catesby invitó a un quinto conjurado, Guy (Guido) Fawkes, a entrevistarse con el condestable de Castilla, Juan de Velasco, que se hallaba en Londres para negociar un tratado de paz con Inglaterra, después de 20 años de guerra entre las dos naciones, que sería firmado en el tratado de Somerset ese mismo año.
Fawkes tenía una larga experiencia en las artes de la guerra, habiendo luchado en los Países Bajos en un regimiento de exiliados católicos ingleses bajo estandarte español. El plan consistía en colocar unas cargas de pólvora en los sótanos del Parlamento para hacerlas estallar en la próxima ceremonia de apertura. Al año siguiente se unieron al proyecto otros cinco personajes, Thomas Bates, John Grant, Robert Keyes, Robert Wintour y Christopher Wright. Posteriormente, se agregaron Sir Everard Digby, Ambrose Rookwood y Francis Tresham para costear parte de la operación.
Los trece conspiradores alquilaron una dependencia en los sótanos del Parlamento, donde poco a poco fueron almacenando 36 barriles de pólvora, aguardando a que el rey abriese oficialmente las puertas del Parlamento a principios de octubre de 1605 para hacerlos estallar. Pero una epidemia de peste obligó a aplazar la ceremonia hasta el 5 de noviembre.
Diez días antes, un noble católico, William Parker, barón de Monteagle y cuñado de Tresham, recibió una carta anónima en la que se le advertía del peligro que corría al asistir a la ceremonia del rey.

El 4 de noviembre, Salisbury dio orden al jefe de seguridad para que registrase el edificio del Parlamento. Allí encontraron a Guy Fawkes ultimando los preparativos para la voladura. Sometido a tormento, Fawkes reveló los nombres del resto de los conspiradores.
Algunos fueron capturados y ejecutados en el acto. Tresham murió poco después en la Torre de Londres. Sometidos a juicio los demás, entre ellos Fawkes, fueron ejecutados «en el mismo lugar que habían planeado demoler», frente a Westminster.

Aunque el sótano donde se almacenó la pólvora desapareció en el incendio de 1834, desde aquel 5 de noviembre de 1605 la guardia del Parlamento ha seguido registrando el edificio todos los años como preámbulo a la ceremonia de apertura por el monarca —actualmente, la reina Isabel II—, más por conservar la tradición que como precaución, existiendo métodos más modernos para contrarrestar cualquier tipo de atentado.


Las consecuencias del fallido golpe sobre los católicos no se hicieron esperar. Se les prohibió servir como oficiales del ejército o de la armada, se les estigmatizó socialmente y se les privó del derecho al voto, exclusión que se mantuvo hasta bien entrado el siglo XIX.
Hay quien se pregunta qué habría sucedido de haber triunfado la conspiración y muerto el rey Jacobo I. La verdad es que la mayoría de los católicos desconocían el intento de magnicidio, por lo que seguramente no habrían podido reaccionar —si acaso con temor a las represalias—. Es difícil imaginar que los conjurados hubieran logrado secuestrar impunemente al príncipe Carlos, sucesor del rey, como estaba previsto o, en un acto de fanatismo, acabar con su vida.
Las únicas consecuencias del atentado fueron —aparte de la ejecución de los conspiradores y la represión contra los católicos— la celebración del episodio encendiendo hogueras y quemando efigies de Guy Fawkes todos los años para dar gracias a Dios por impedir el acto criminal y proteger a su pueblo elegido —los protestantes— de la conspiración católico-romana. El 5 de noviembre fue declarado «fiesta perpetua para dar gracias a Dios por librarnos de los papistas y como muestra de nuestro odio hacia ellos».

La Divina Proporción

Durante los últimos siglos, creció el mito de que los antiguos griegos estaban sujetos a una proporción numérica específica, esencial para sus ideales de belleza y geometría. Dicha proporción es conocida con los nombres de razón áurea ó divina proporción. Aunque recientes investigaciones revelan que no hay ninguna prueba que conecte esta proporción con la estética griega, esta sigue manteniendo un cierto atractivo como modelo de belleza.

Matemáticamente nace de plantear la siguiente proporcionalidad entre dos segmentos y que dice así: "Buscar dos segmentos tales que el cociente entre el segmento mayor y el menor sea igual al cociente que resulta entre la suma de los dos segmentos y el mayor".
Sean los segmentos:A: el mayor y B el menor, entonces la ecuación es:

A/B =(A+B)/A

El valor numérico de esta razón, que se simboliza normalmente con la letra griega "fi" es: 1,618034...




Los griegos de la antigüedad clásica creían que la proporción conducía a la salud y a la belleza. En su libro Los Elementos (300 a. C.), Euclides demostró la proporción que Platón había denominado «la sección», y que más tarde se conocería como «sección áurea». Ésta constituía la base en la que se fundaba el arte y la arquitectura griegos; el diseño del Partenón de Atenas está basado en esta proporción. En la Edad Media, la sección áurea era considerada de origen divino: se creía que encarnaba la perfección de la creación divina. Los artistas del Renacimiento la empleaban como encarnación de la lógica divina.
También conocido como la Divina Proporción, la Media Áurea o la Proporción Áurea, este ratio se encuentra con sorprendente frecuencia en las estructuras naturales así como en el arte y la arquitectura hechos por el hombre, en los que se considera agradable la proporción entre longitud y anchura de aproximadamente 1,618. Sus extrañas propiedades son la causa de que la Sección Áurea haya sido considerada históricamente como divina en sus composiciones e infinita en sus significados. Los antiguos griegos, por ejemplo, creyeron que el entendimiento de la proporción podría ayudar a acercarse a Dios: Dios «estaba» en el número.
Sin duda alguna es cierto que la armonía se puede expresar mediante cifras, tanto en espacios pictóricos o arquitectónicos, como en el reino de la música o, cómo no, en la naturaleza. La armonía de la Sección Áurea o Divina Proporción se revela de forma natural en muchos lugares.
En el cuerpo humano, los ventrículos del corazón recuperan su posición de partida en el punto del ciclo rítmico cardiaco equivalente a la Sección Áurea. El rostro humano incorpora este ratio a sus proporciones. Si se divide el grado de inclinación de una espiral de ADN o de la concha de un molusco por sus respectivos diámetros, se obtiene la Sección Áurea. Y si se mira la forma en que crecen las hojas de la rama de una planta, se puede ver que cada una crece en un ángulo diferente respecto a la de debajo. El ángulo más común entre hojas sucesivas está directamente relacionado con la Sección Áurea.

En arte y la arquitectura también se han usado con extraordinarios resultad
os las famosas propiedades armoniosas de a Sección Áurea: las dimensiones de la Cámara Real de la Gan Pirámide se basan en la Sección Áurea; el arquitecto Le Corhusier diseñó su sistema Modular basándose en la utilización de la proporción áurea, el pintor Mondrian basó la mayoría de sus obras en la Sección Áurea: Leonardo la incluyó en muchas de sus pinturas y Claude Dehussy se sirvió de sus propiedades en la música. La Sección Áurea también surge en algunos lugares inverosímiles: los televisores de pantalla ancha, las postales, las tarjetas de crédito y las fotografías se ajustan por lo común a sus proporciones.
El uso de la Sección Áurea es evidente en las obras principales de Leonardo, quien mostró durante mucho tiempo un gran interés por las matemáticas del arte y de la naturaleza. Como el brillante Pitágoras antes que él, Leonardo hizo un estudio en profundidad de la figura humana, demostrando que todas las partes fundamentales guardaban relación con la Sección Áurea. También el rostro de la Mona Lisa encierra un rectángulo dorado pertecto.